Inicio / Los Príncipes de la Torre
Hoy te queremos hablar sobre Eduardo IV, de 12 años de edad, y su hermanito, Ricardo de York, de 9 años, los príncipes que desaparecieron de la faz de la tierra. Sin duda alguna, una desaparición muy conveniente para el duque de Gloucester, su tío, quién terminó gobernando debido a este lamentable suceso.
Los príncipes de la torre no es tan solo una leyenda, sino una triste historia que, al no haberse podido resolver, sigue dando mucho de qué hablar en la actualidad.
Sin embargo, ¿los príncipes realmente desaparecieron? ¿O habrá algo todavía más macabro detrás de estos hechos? ¡Descúbrelo a continuación!
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Niños en la orfandad
Hace 500 años, en la Semana Santa de 1483, Eduardo IV falleció de una enfermedad desconocida. En ese entonces era el rey de Inglaterra y el Señor de Irlanda, por lo que se esforzó en terminar su testamento antes de morir.
Con una buena intención en mente, nombró a su hermano menor Ricardo, duque de Gloucester, como protector del reino. Así, Ricardo quedó a cargo del gobierno, al mando en el castillo, y con potestad sobre los niños, los herederos de su hermano.
Por su parte, la madre de los niños seguía con vida. Isabel Woodville era la viuda de Eduardo IV, y sus hijos eran los siguientes en la línea de sucesión: Eduardo V, con 12 años, pasó a ser el joven rey de Inglaterra y Ricardo de Shrewsbury, de 9 años, quedó en el segundo puesto para la ascensión al trono.
Sucesos extraños
Ricardo de Gloucester temía que la familia materna de los niños, los Woodville, quisiera monopolizar el poder. Debido a esto, se puso rápidamente en marcha para derribarlos paso a paso:
Condenó a muerte a los familiares de la reina
El joven rey, apenas pre adolescente, estaba siendo protegido por su tío materno Thomas Woodville tras la muerte de su padre. Estos se encontraban en el Castillo de Ludlow en Gales, esperando a saber que seria de sus vidas y el nuevo orden de estas.
Los hermanos se pusieron en camino para la coronación del mayor de estos en Londres, acompañados de su corte (quienes eran en su mayoría familiares maternos). Sin embargo, aquí empezó la tragedia, Ricardo de Gloucester no los dejó llegar. Desde su posición de control como Lord Protector, ordenó el arresto de todos los presentes, incluyendo a Antonio Woodville, conde de Rivers, y a Ricardo Grey, hijo del primer matrimonio de Isabel Woodville.
A todos los miembros de la corte los decapitaron de inmediato tras ser acusados de conspirar para asesinar al pequeño rey.
Ordenó encerrar a los niños en la Torre de Londres
Todo fue en abril de 1483. Tras orquestar el asesinato de sus familiares, de Gloucester ordenó que tanto Eduardo V como su hermanito Ricardo de Shrewsbury permanecieran en la torre.
A los príncipes se les aseguró que, durante su estancia en la torre, Eduardo, el mayor de los hermanos, sería preparado para su coronación.
De esta manera alejó a los niños de su madre, quien temía por su vida y la del resto de su familia. Isabel, quien tuvo diez hijos en total, se refugió en la abadía de Westminster con su hijo menor y sus hijas.
Declaró ilegítimos al rey y su sucesor
El 2 de junio de 1483, Ricardo de Gloucester declaró que sus sobrinos eran hijos ilegítimos de su hermano, todo debido a que este había estado casado antes de su matrimonio con Elizabeth Woodville y, por lo tanto, había ocurrido en bigamia.
Todo esto lo logró hacer al tener a los niños encerrados en la Torre, a la vez que mantenía alejada su madre, a quien no se le permitía entrada a la torre. Ricardo III fue declarado rey de Inglaterra el 26 de junio de 1483. Nadie volvió a saber más nada de los niños hasta 1674, donde unos trabajadores de la Torre hallaron dos esqueletos de pequeño tamaño enterrados bajo una escalera.
Teorías sobre sus muertes
A partir de ese momento surgieron incontables teorías con respecto a la desaparición de los “Príncipes de la Torre”. De hecho, muchos historiadores suponen que Ricardo III no había ordenado sus muertes.
No obstante, mientras que algunos tenían sus dudas, la teoría de que su tío realmente sí había mandado a ejecutarlos se reforzó aún más con el paso de los años.
En 1933 se le realizaron diferentes estudios a aquellos restos, pero no se obtuvieron resultados coherentes, por lo que la incógnita de los niños encerrados sigue sin ser resuelta.
La teoría que más toma sentido es la de que ambos niños fueron mandados a asesinar por su tío, quien usurpó el trono que le correspondía al mayor de los príncipes.
¿Por qué se cree que el culpable fue Ricardo III?
Los rumores sobre las muertes de los príncipes empezaron a circular desde el mismo año de fallecimiento de su padre, en 1483. El hecho de que Ricardo no quisiera mostrar ni una sola prueba de que ambos niños siguieran con vida dejó aún más que decir sobre la sospecha de sus muertes.
Muchos años más tarde, en 1577, se afirma que Ricardo buscaba ganarse la simpatía del pueblo inglés, por lo que habló varias veces sobre el tema de los Príncipes, pero solo para afirmar que no había participado en la desaparición de los niños, la cual ya estaba confirmada ante la carencia de pruebas de vida.
La historia desde otros ojos
Muchos años después, William Shakespeare le dedicó una de sus obras más famosas a este suceso, la cual se basaba en la historia de Ricardo III. Esta obra traía consigo diversos testimonios muy detallados en los que se explicaba como uno de los miembros más cercanos del rey Ricardo, James Tyrell, asesinó a los niños.
Hasta la fecha no se ha terminado de confirmar que los esqueletos hallados sean verdaderamente de los príncipes de la Torre, pero lo que sí es seguro es que ninguno de los dos hermanos volvió a dar señales de vida.
Aunque, hasta en la actualidad, han intentado dar con pruebas que fueran irrefutables sobre este acontecimiento, lo cierto es que no hay alguna que confirme las teorías existentes.
¿Qué habrá pasado realmente con los Príncipes de la Torre? La famosa pregunta sin respuesta que ha dejado a más de una persona con curiosidad sobre esta historia.
Autora: Gabriela Torres
Especialista en artes, literatura e historia cultural. Diplomado en Producción Audiovisual. Aficionada al teatro y a la literatura, con un grandísimo amor por el análisis y la interpretación de obras de arte. Más sobre Gabriela.